martes, 4 de diciembre de 2012

La Guerra Civil de 1891


Durante el gobierno de Domingo Santa María, las presiones que el Congreso ejercía
sobre el Presidente de la República mediante las prácticas parlamentarias (que
dilataban la aprobación de las leyes) se  dejaron sentir como nunca antes. Sin
embargo, Santa María logró contar, por momentos, con un parlamento favorable, e
hizo triunfar al abanderado del gobierno en las elecciones de 1886.
Pero el nuevo presidente, José Manuel Balmaceda, carecía de la capacidad negociadora
de su antecesor, y su forma de actuar provocaba frecuentes confrontaciones en el
Congreso. Además, a finales del siglo XIX, y tal como había evolucionado el sistema de
gobierno, ya no podía ejercer la presidencia un representante de personalidad tan
fuerte como la suya, cuando lo que se buscaba era un presidente sometido a la
voluntad del Congreso.
Balmaceda estaba convencido de poder realizar un gobierno que dejara huella en el
país gracias a un ambicioso plan de obras públicas, aprovechando  las riquezas del
salitre. Entre ellas destacaba el ferrocarril que uniría Chile y Argentina, el Viaducto del
Malleco y la construcción de numerosos edificios públicos. Tenía una visión moderna de
su cargo y se dedicó, como nunca antes un presidente había hecho, a recorrer el país.
Al acercarse las elecciones de 1891, y como era costumbre, el presidente quiso
imponer a su sucesor, pero esto exaltó aún más los ánimos de políticos y congresistas
y comenzaron a aflorar actos de violencia política. El Congreso, por su parte, reaccionó
con extrema dureza y se negó a aprobar la ley de presupuesto para el año 1891. En
ese instante, el quiebre entre los poderes ejecutivo y legislativo era definitivo.
Balmaceda decretó la renovación del presupuesto del año anterior, ante lo cual el
Congreso firmó un acta de deposición del Presidente, declarando la inconstitucionalidad
de su determinación.

El quiebre institucional era gravísimo, pero lo fue más aún cuando las Fuerzas Armadas
también dividieron sus lealtades. El ejército apoyó al Presidente y la Marina al
Congreso; con esto, la guerra civil ya estaba declarada.

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